Juan José Millás
Tormenta
18.05.2016 | 05:30
Tormenta
Venían apareciendo desde hace años por estas fechas, pero hace meses hicimos obra y saneamos todos los rincones, de modo que creíamos haber acabado con ellas. Pues no. Después de dar muchas vueltas, he descubierto en el marco de cerámica del espejo un agujero del tamaño de la cabeza de un alfiler por el que entran y salen a placer. ¿De qué viven? Supongo que de nuestras escamas. El cuerpo de los seres humanos es una despensa para estas colonias de insectos sociales.
Da envidia lo que hablan entre sí y lo bien que se llevan, todo ello sin dejar de trabajar. El caso es que hace días tapé el agujero y desaparecieron del lavabo, pero no de mi cabeza. Al afeitarme, las imaginaba detrás del espejo, quizá a la altura de mi nariz o de mis ojos. Me hacían más daño dentro que fuera. Ayer por fin, al levantarme, el lavabo estaba negro de nuevo. Había tantas que parecía un campo de fútbol. Fue repugnante y tranquilizador al mismo tiempo. Las recogí con una toalla húmeda y las arrojé al retrete.
Luego permanecí quieto y al rato las vi aparecer por un orificio mínimo, practicado en el otro extremo del anterior. Salían como un hilillo de agua de un grifo mal cerrado. Me pregunté si serían comestibles y, en tal caso, si no debía considerarlas como una fuente de riqueza. Me extrañó descubrir un par de ellas con alas. Consulté en la Wikipedia y significaba que iba a llover. En efecto, a media mañana hubo tormenta.