Juan José Millás
Explicar y entender
20.01.2016 | 05:30
Si la Historia hubiera tenido ventanillas, habría habido ante ellas
colas de gente solicitando entrar, desde Nerón a Julio César, pasando
por Miguel Ángel y el Papa Inocencio III. Una de las particularidades de
esta disciplina venía siendo precisamente su prestigio. La cuestión era
pasar, aunque fuera formando parte de una lista odiada, como la de los
reyes godos. En fin, que no se sabía de nadie que no quisiera ingresar
en la Historia, al menos hasta ahora, porque si mañana se abriera un
departamento para recoger solicitudes de salida, habría más demandas de
las que los funcionarios pudieran atender. ¿Quién en su sano juicio, y
visto lo visto, querría a estas alturas formar parte de la Historia? Lo
ingleses acaban de votar sobre su permanencia en la UE y mayormente
están de acuerdo en irse. Irse de Europa es como irse de la Historia,
pues eso es lo que nos decían nuestros líderes que estábamos haciendo
con la creación del euro y todo lo demás: Historia, con mayúsculas, de
la que se estudia en los libros de texto y a cuyos protagonistas ponen
calles y plazas en sus pueblos. Quiere decirse que me imagino
perfectamente a Larra rellenando su solicitud de salida.
–Pero hombre, Mariano José, si usted está muy bien colocado en la Historia de la Literatura.
–O me sacan o me pego otro tiro –amenazaría el romántico.
Significa
que hay gente que entra dándose un tiro en la sien y gente que sale
disparándose en la boca. Pero a lo que íbamos era a que la Historia se
está poniendo difícil. Undargarín (o Urdangarín, ahora no caigo) dejó
una novia para entrar y ahora haría cualquier cosa por salir. Quien dice
Undargarín dice Pujol. Pujol ocupaba en la Historia de Cataluña una
serie de capítulos que borraría con gusto si hubiera cómo. Pero salir de
la Historia es más difícil que apostatar. Ya saben ustedes que la
Iglesia, una vez que te han bautizado, no permite que nadie les estropee
la contabilidad. Aunque con el tiempo te entregues al agnosticismo,
incluso al ateísmo, seguirás en sus archivos por una cuestión de orden
práctico que quizá tenga que ver con las subvenciones, no estamos
seguros. Y todo esto sucede porque la Historia, sobre todo la que nos ha
tocado vivir, se puede explicar, pero no se puede entender.