Juan José Millás
La justicia industrial
17.01.2016 | 05:30
La justicia industrial
-En un polígono –respondió con orgullo.
Creo que era la primera vez que escuchaba la palabra polígono aplicada a un parque industrial. Luego, el término se popularizó y hasta se hicieron películas sobre jóvenes poligoneros, así llamados, supongo, por vivir cerca de estos polos industriales, lo que sin duda debe de imprimir carácter. Según la Wikipedia, un polígono debe disponer de fuentes de energía, transporte, mano de obra y servicios públicos esenciales para las plantas que se ubiquen en él.
Significa que aunque pueden crecer de forma espontánea y desordenada, lo ideal es que sean la consecuencia de una planificación. Quizá el orgullo con el que el taxista de Murcia me mostraba el suyo tenía que ver con que era el resultado de un diseño. Desde entonces, por unas u otras razones, he visitado varios polígonos a lo largo de mi vida. Todos, incluso los más limpios, me han causado el mismo desasosiego que el primero. En cierto modo, y pese a sus cafeterías o restaurantes, son antilugares, o así los siento yo.
Me impresionó, por tanto, que el juicio por el caso Nóos se llevara a cabo en un polígono de Palma de Mallorca, el de Son Rossinyol, para ser más exactos.
Es probable que muchas de las personas juzgadas, ricas como son, no hubieran pisado nunca antes un polígono. Me pregunto si les habrá parecido un anticipo de su posible condena. En todo caso, era más humana la cuesta aquella que los acusados tenían que bajar cuando empezó todo y que conducía a la puerta de un juzgado céntrico. Hemos llegado a un punto en el que la justicia, dada la cantidad de justiciables, hay que impartirla en plan industrial.