Juan José Millás
Problemas educativos
14.06.2016 | 05:30
Problemas educativos
Cuando el hijo tomó un respiro para dar cuenta del refresco, el padre pronunció esta frase: «Partiendo de la base de que hay gente a la que no le gusta el jamón, cualquier cosa es posible, hijo, incluso que a mayor crecimiento económico haya más pobres y a mayor prosperidad más déficit».
Al hijo debía de gustarle el jamón, y mucho, por la cara de extrañeza que puso frente a la aseveración del adulto. El caso es que dejó de protestar y cayó en un ensimismamiento que el padre aprovechó para encender un cigarrillo (nos encontrábamos en una terraza de verano).
Pensé que hay padres que saben responder y padres que no. Me encuentro entre los que no. Las respuestas me llegan con retraso, cuando ya han perdido toda su eficacia. Digo que ´me llegan´ como si vinieran del algún sitio y quizá sea así, pero ignoramos de dónde. Una mañana estaba paseando por el parque, dejando volar mi imaginación, cuando de súbito se me ocurrió lo que debía haber respondido a mi hijo mayor cuando, hace veinte o treinta años, me preguntó por los secretos de la vida. Tuve la tentación de llamarle, para decirle que ya tenía la respuesta, pero a esa hora estaría llevando a su propia hija al colegio y no podrá coger el móvil.
Cuando salió del ensimismamiento, el joven de la mesa de al lado reprochó al padre que fumara.
-Me das mal ejemplo –añadió.
El padre expulsó el humo y respondió que fumaba porque la daba la gana, a lo que el adolescente volvió a sumirse en el silencio. Yo jamás me habría atrevido a responder de ese modo, ni siquiera me habría atrevido a encender un cigarrillo delante de mis hijos, y no era cuestión de encenderlos ahora, retrospectivamente. Regresé a casa confundido, pensando en lo difícil que resulta educar.