Cuando truena
Juan José Millás 15.08.2017 | 05:30Si la intensidad del dolor es de la de quedarse doblado, no te pone derecho ni una cita con el Rey, que es lo último que se suspende en la vida. Rajoy la retrasó dos horas, que ya es retrasar para un hombre que dispone de un equipo médico las 24 horas del día durante los 365 días del año.
Y ese equipo médico está siempre ahí, a diez o doce metros de distancia, con sus desfibriladores y sus tensiómetros y sus estetoscopios, también con sus antihistamínicos, sus ansiolíticos, sus pastillas para el mareo y sus ampollas para el dolor de muelas. Significa que no tardan ni dos minutos en atenderle, aunque no lleve encima la tarjeta de la Seguridad Social. Tampoco se la piden. Seguro que le hicieron de todo, desde un masaje a cuatro manos a la prescripción de medio quilo de antiinflamatorios. Había que salvar la cita con el Rey, a la que llegó derecho, pero grogui. Hemos de decir que se le notaba, ¿Y ahora qué? Pues a negociar con la región lumbar. Lo primero que tiene que averiguar es qué quiere: si más atenciones o la independencia. Se sabe de regiones lumbares que han logrado la independencia provocando daños irreparables en el resto de la geografía corporal. Nuestro consejo, pues, es que negocie, y que lo haga sin trampas, con sinceridad. Desde aquí le advertimos que se trata de una región difícil de la que solo nos acordamos cuando truena.