El runrún
Juan José Millás 29.10.2017 | 05:00La imagen era brutal, sobre todo para los niños. Quien haya observado esa escena, no la olvidará jamás. De los políticos se dice con frecuencia que actúan como pollos sin cabeza. Es cierto: no hay más que asistir a algunas sesiones parlamentarias o leer con detenimiento los periódicos. Si decapitáramos a los principales líderes del espectro mundial, nos proporcionarían un espectáculo muy parecido al que ya nos dan con la cabeza sobre los hombros. Personalmente siempre que escucho la expresión «iban de un lado a otro como pollos sin cabeza», regreso a la cocina de mi infancia, donde se cometieron crímenes atroces de los que nunca me he ocupado por escrito.
Cuando abro una lata de mejillones, me viene a la memoria la palabra» acéfalo». El mejillón es acéfalo (sin cabeza). Mientras doy cuenta de ellos con una copa de vino blanco, asocio el mejillón a los pollos de mi infancia. La infancia es un territorio lleno de portentos. Desde ese territorio doy un salto a la Revolución Francesa, a la guillotina, y veo caer cabezas sobre una cesta de mimbre. Me pregunto si la cabeza, una vez separada del cuerpo, continúa pensando durante unos instantes. Entre tanto, la tarde ha declinado y ha llegado la hora de encender la luz. Pero yo permanezco todavía un buen rato a oscuras, en silencio, como un bulto, sentado a la mesa, escuchando el runrún del motor de la nevera, que tanto se parece al de la conciencia.