Juan José Millás 

Escenas de verano

24.08.2016 | 00:56

Escenas de verano
Dentro de la piscina hay un señor gordo hablando por teléfono sin que el socorrista le llame la atención. En el recinto hay un grupo de mujeres y un grupo de hombres. Estos últimos son los maridos de las anteriores. Los matrimonios llegan a la piscina en pareja, pero al poco se separan y los hombres se reúnen con los hombres y las mujeres con las mujeres. Al señor gordo que habla por teléfono dentro de la piscina le llega el agua por la cintura, aunque a ratos se agacha para mojarse el pecho y el cuello. Todo ello sin dejar de hablar. Me dicen que es un viudo recién llegado a la comunidad.
– ¿Y con quién habla? –pregunto.
– Con su madre.
Me acerco un poco y escucho la siguiente frase:
– Ya lo sé, mamá, unos zapatos limpios son unos zapatos limpios.
Cuando voy en el metro, me fijo en los zapatos de la gente. Hay zapatos heridos y zapatos tristes y zapatos con depresión y zapatos con enfisema bronquial. Los zapatos tienen sus bronquios, como todo el mundo, y su hígado, y sus riñones. Invisibles, desde luego, pero tan reales como el páncreas de usted o el mío. A veces, en medio de la noche, me despierta la respiración de uno de mis zapatos: el izquierdo del par negro. Los zapatos negros son más proclives a las enfermedades pulmonares. Tuve un profesor de religión que fumaba mucho. Cuando se murió, le hicieron una misa de corpore insepulto, con los zapatos puestos, y daba pena verlos. Probablemente se habían muerto antes que él. No es raro que la gente lleve zapatos muertos. Y al revés: que entierren a los difuntos con zapatos vivos.
Estoy dándole vueltas a estos asuntos, tumbado al sol, cerca del gordo viudo que se encuentra dentro de la piscina, parloteando con su madre, cuando se me acerca un niño y me pregunta dónde está mi mujer. Le digo que se ha quedado en casa y veo que vuelve con sus amigos, a los que dice no sé qué señalándome. Luego se tiran todos juntos al agua y salpican al viudo, que sonríe complaciente. Resulta que lleva el teléfono envuelto en una especie de preservativo. Quince minutos más y me largo a tomar un gin tonic.