Decisiones inéditas
Juan José Millás
21.09.2017 | 05:30
Metí en el congelador una botella de vino blanco, me olvidé de ella y
se congeló. Pregunté en internet si me la podía beber, me dijeron que
sí y me la bebí. Yo todo se lo pregunto a internet. Ayer mismo le
pregunté qué rayos era una metaherramienta y acabé leyendo un artículo
sobre el cuervo de Nueva Caledonia, capaz de utilizar algunas
herramientas para fabricar otras, que es lo que define a la
metaherramienta. Cuando preguntas, además de averiguar lo que buscas
acabas encontrando lo que no buscabas, que con frecuencia es más
interesante. He adquirido con el cuervo de Nueva Caledonia una
familiaridad que no estaba en mis planes intelectuales ni afectivos.
Cada vez que salgo al campo y veo a un cuervo, aunque sea de aquí, lo
veo con unos ojos diferentes. Me ha cambiado la perspectiva sobre estos
pájaros y sobre los pájaros en general. Por eso, a todo el que esté
dispuesto a escuchar, le animo a que pregunte. La oración interrogativa
es uno de los grandes inventos gramaticales de la humanidad. En cierto
modo, es una metaherramienta especulativa, puesto que sirve para
fabricar otras herramientas de carácter mental.
No hay pregunta que no conduzca a otra. En el instante de cuestionarse
el asunto más nimio, el ser humano funda un rosario de interrogantes que
le conducirá, si no al estudio de las costumbres del cuervo de Nueva
Caledonia, a las consecuencias de la revolución agrícola, por ejemplo. Y
yo les aseguro que alguien capaz de hablar con cierto fundamento del
paso del cazador-recolector al agricultor estable durante el neolítico,
es alguien a quien conviene escuchar, porque al tiempo de contarnos ese
paso, está contándonos, como sin darse cuenta, nuestra vida. Todos, a lo
largo de nuestro crecimiento, hemos tenido algo de
cazadores-recolectores hasta que descubrimos las ventajas de la huerta
de tomates y lechugas en el jardín de casa.
La
capacidad de preguntar, si lo piensas, es fabulosa, mucho más que la de
contestar. Se aprende más preguntando que contestando. Los políticos
deberían ir a la tele a preguntar al público en vez de a ser preguntado
por él. De este modo, volverían a casa asombrados de lo aprendido y al
día siguiente tomarían decisiones inéditas.