Talento literario
Juan José Millás
26.09.2017 | 05:30
Caminaba por el parque intentando recordar unos versos de Juan Gil
Albert, pero no me llegaron hasta que mis pies comenzaron a producir
endecasílabos sobre la dura tierra. El poema decía así: «¿Quién no se ha
puesto un día una guerrera / de húsares, azul, un quepis negro / con un
aigret flamante, y las espuelas / con que el caballo vals galopa firme /
dentro de los espejos fugitivos / y cual viento de mayo se ha lanzado /
a la ocasión que pasa, al dulce atisbo / de la aventura errante, para
luego / llorar amargamente sobre el rastro / de una estrella fugaz?».
Hay versos para todas las ocasiones de la vida, incluso para todas las
ocasiones de la muerte. Recordemos el epitafio de Rilke: «Rosa, oh
contradicción pura / voluptuosidad de no ser el sueño de nadie / bajos
tantos párpados». No sé qué se entiende exactamente por una retirada a
tiempo, pero la poesía es un excelente refugio para las épocas de
turbación personal o colectiva. Lo decía muy bien Jaime Gil de Biedma en
De vita beata: «En un viejo país ineficiente, / algo así como España
entre dos guerras / civiles, en un pueblo junto al mar, / poseer una
casa y poca hacienda / y memoria ninguna. No leer, / no escribir, no
pagar cuentas / y vivir como un noble arruinado / entre las ruinas de mi
inteligencia».
Qué
diferencia entre el poema de Juan Gil Albert, que habla, al menos en los
primeros versos, del atractivo de lo heroico, y los de Biedma, que
renuncian a cualquier clase de epopeya. ¡Y qué verdaderos los dos, los
dos poemas! Ambos, por cierto, para todas las edades: para aquella en la
que se corre detrás de las banderas y para aquella otra en la que se
corre delante, huyendo de la peste que dejan. En cierta ocasión, un club
de escritores jóvenes me invitó a dar una charla en su sede. Les dije
que un club de escritores jóvenes era tan absurdo como una asociación de
novelistas viejos. Todo escritor joven debe tener algo de viejo y todo
autor viejo debería tener algo de joven. Todo escritor que se precie
debería tener, incluso, algo de muerto. Esa unión de contrarios es la
que necesitamos ahora mismo en ámbitos tan alejados de la literatura.
¿Resultaría posible? Sí, pero con cantidades ingentes de talento
literario y de sensibilidad poética.