Mala política
Juan José Millás 10.10.2017 | 05:30A tus padres, que no trabajan -dice ella.
Pero están muy mayores y se cansan –dice él.
Pues a ver qué hacemos, yo ya llegado tarde al despacho un par de veces este mes.
A lo mejor, en ese mismo instante, Puigdemont está haciendo unas declaraciones importantísimas, que enseguida formarán parte de la maquinaria de la realidad. Pero las ruedas dentadas de la realidad, tan grandes, no siempre coinciden con los diminutos engranajes de la vida doméstica. Mientras alguien coloca una bandera en su balcón, otro alguien está decidiendo la calidad de la madera del ataúd en el que va a incinerar a su padre.
Este está bien. Total, lo vamos a quemar –dice él.
Pero con mi padre dentro –dice ella.
La política debería servir para hacernos más fácil la vida cotidiana. En otras palabras, para que, cuando vamos al supermercado, en las estanterías del aceite esté el aceite y, en las de las legumbres, las legumbres. Si no podemos llevarnos a casa las lentejas, mal asunto. Mucha gente, en Cataluña, ha hecho acopio estos días de aceite y legumbres. Por miedo al desabastecimiento. Mala política, la que produce ese miedo.