Un mal sueño
Juan José Millás 25.10.2017 | 05:30El caso es que asistí hace poco a un cóctel de gente muy condecorada y de súbito vi a todos los que me rodeaban y a mí mismo como a un conjunto de animales adiestrados para imitar a los seres humanos. El ser humano es el que mejor se imita a sí mismo. Ofrece la mano mejor que el más hábil de los perros y se coloca la servilleta en el cuello con más gracia que un chimpancé de circo. No digo nada de la habilidad de recorrer el salón de un extremo a otro con una copa de la que no se derrama ni una gota. Me resultó asombrosa, una vez sentados a la mesa, la maestría con la que manejábamos la pala de pescado y el cuchillo de la carne. El ruido de los cubiertos sobre los platos de porcelana producía una música digna de nosotros mismos.
Tras el café, me levanté para acudir al baño y oriné junto a otro primate muy erguido. Creo que a los dos nos resultaba humillante no ya evacuar, sino tener que sujetarnos el pene para evitar desviaciones. Resultó una experiencia alucinante, como si me hubiera tomado un ácido. Al salir a la calle y ver a la gente en vaqueros y camiseta, pero sobre todo al llegar a casa y cambiarme de ropa, regresé a mi condición de hombre como el que regresa a la realidad tras un mal sueño.