Juan José Millás
Ah, era esto
29.08.2015 | 05:30
Ah, era esto
Creo que es Lacan, con perdón, el que asegura que el deseo carece de objeto porque nunca deseamos lo que creemos desear, sino lo que aquello representa. De ahí que toda conquista importante proporcione una pequeña (o grande) decepción. ¿Era esto? El desengaño dura lo que se tarda en elegir otro objeto de deseo que, esta vez sí (eso creemos), colmará nuestras expectativas. Tal es el motor de la vida, el deseo, que va cambiando de objeto hasta la hora final. Pero ya ven, según Ivan Ilich, la muerte resulta, en líneas generales, tan decepcionante como la vida.
¿Y si lo que hubiera decepcionado a Andrés Caicedo, el escritor Colombiano con el que comenzábamos estas líneas, hubiera sido el frigorífico?
Recuerdo el primero que tuve en mi primer apartamento de soltero. La compré a plazos y estuve dos días esperándolo con ansiedad. Pensaba en los cubitos de hielo, en el cajón de las frutas y verduras. La carne y el pescado me durarían más de dos días, mis padres al fin me tomarían en serio. La nevera representaba una forma de ascenso social que formaba parte de mis deseos más oscuros. «Ah, era esto», me dije con tristeza después de instalarla. ¿Debería haberme suicidado? Quizá sí.