Juan José Millás
A oscuras
05.10.2015 | 05:30
A oscuras
No es que haya vatios desnatados o enteros, sino que hay vatios que, proporcionando idéntica cantidad de prestaciones, cuestan esto o lo otro en función de variables que un usuario medio no comprende.
O que se niega a comprender porque ya tenemos la vida diaria lo suficientemente complicada como para andar haciendo ecuaciones de tercer grado para ver si podemos leer un rato en la cama, antes de dormirnos, sin que la bombilla de bajo consumo, que nos costó un riñón, nos cueste el otro.
Además, piensa uno que si han sustituido los contadores tontos por los inteligentes, es para que ellos te hagan el trabajo a ti y no al revés. La inteligencia de verdad, en lo que se refiere a servicios esenciales, consistiría en hacer sencillo lo complejo. En definitiva, que no haya sido preciso leer a Kant para decidir a qué hora haces la colada.
La relación de las eléctricas con el usuario parece un ensayo de laboratorio en el que el usuario es el ratón. Es como si intentaran averiguar hasta qué punto podemos aceptar lo anormal como normal o cuántas humillaciones seremos capaces de resistir antes de colgarnos del hilo de cobre cuyo enganche ya nos salió en su día por un ojo de la cara.
Todo ello en complicidad con el Gobierno o los gobiernos, cuyos miembros, una vez retirados de la política, acabarán formando parte del consejo de Endesa o Iberdrola. La electricidad, que debería servir para alumbrarnos, nos tiene a oscuras.