Juan José Millás
La repetición
16.09.2015 | 05:30
La repetición
– ¿Qué sería de aquél Sáenz de Jubera?
–dice Jorge.
– Se lo tragó la tierra –asegura Luis.
– Yo creí verlo un día en Valladolid, pero se esfumó al doblar una esquina –cuenta Ricardo.
La conversación conduce al tema de los testigos protegidos. Desaparecer con la complicidad del mismísimo Estado. Que sea Él quien te proporcione una nueva identidad, un domicilio nuevo, quizá un sueldo para ir tirando. Es conocido el caso de aquel tipo de EE UU que mató a su mujer y a sus dos hijos y desapareció. Fue descubierto muchos años más tarde en otro Estado. Se había casado con una mujer idéntica y tenía dos hijos iguales a los asesinados. Por lo general, piensa uno, se desaparece para ser otro, pero hay una especie de inercia que nos empuja a ser el mismo. Ahí están también las parejas que se divorcian para volver a casarse con gente muy parecida a la que dejaron. La compulsión a la repetición. 730 personas desaparecen en España cada año sin dejar rastro. Si les añadiéramos las que desaparecen en EE UU y en Canadá y en Suecia y en Finlandia, las que desaparecen en todo el mundo, arrojaría una cifra estremecedora. Una cifra con la que se podría formar un país. ¿Cómo serían las gentes de ese país? ¿Cuáles sus hábitos de consumo? ¿Qué historias contarían a sus hijos? Pero sobre todo: ¿serían nacionalistas?