Juan José Millás
Mal asunto
01.10.2015 | 01:26
En España, ahora mismo, trabajamos a ratos. O por horas, que viene a ser
lo mismo. Es lo que dicen los informes que nos comparan con el resto de
los países europeos y de los que salimos muy mal parados. Nos estamos
convirtiendo en una especie de domingueros del trabajo como ya hay
domingueros de la literatura, de la cocina o del bricolaje. El otro día,
en El Intermedio, entrevistaron a un joven que en una vida laboral
cortísima había firmado 130 contratos diferentes, el último de 4 horas.
Significa que vamos a transformar todos los días de la semana en
domingo, para hacer chapuzas por las que cobraremos poco o nada. Un país
sin lunes, martes, miércoles, etc., puede resultar divertido para un
cuento, sobre todo para un cuento infantil. Pero llevado a la realidad
es un desastre. Ya dijo el poeta que «quizá, quizá, tienen razón los
días laborables» (Gil de Biedma). No lo duden. Darle la razón al domingo
y a sus chapuzas domésticas del modo en que se la estamos dando solo
puede acarrear desgracias. De hecho, tenemos la tasa de paro juvenil más
alta de la UE. En cuanto a los afortunados que trabajan, la mayoría son
domingueros, aunque los contraten un miércoles. Hay hogares en los que
la familia se levanta de la cama a las 8, y se miran unos a otros con la
tristeza de los festivos.
Eso quiere decir que ninguno tiene
adónde ir porque ya han recorrido todas las colas de las oficinas de
empleo y han echado todos los currículos del mundo. A lo mejor, en ese
instante del café con leche suena el teléfono y es una empresa de
trabajo temporal que propone al más joven un empleo de cuatro horas para
arreglar un par de cisternas que gotean. Una actividad de domingo,
vaya. Claro que, cuando hayamos convertido los laborables en festivos
tristes, valga la contradicción, los domingos devendrán e dobles
festivos. Si el domingo por la tarde es de por sí un poco siniestro,
imagíneselo, querido lector, funcionando al doble de su potencia. Piense
en un domingo por la tarde con turbo y se hará cargo de lo que
intentamos llevar a su ánimo. Pues bien, hacia ese horizonte nos
dirigimos trabajando a ratos, que es en lo que estamos. Mal asunto.